2007-11-21

8) AVE FELIX

A Félix, mi padre,

hasta dónde pudo.
Este proyecto se lo dedico a él.

Este es el nombre que va a llevar la biblioteca: Ave Félix, y quiero contarte el por qué de la elección. Tiene que ver con esta idea sencillita: es un homenaje a mi padre, que tuvo siempre un espíritu lleno de libertad y sueños.
(mi padre es el último de la derecha).
Recuerdo su deseo de recorrer Latinoamérica en bicicleta, por la Panamericana, que unía todo el continente, me explicaba. Él esperaba que yo creciera y las cosas mejoraran para hacer juntos ese viaje. Sólo una de las dos cosas sucedió, y yo terminé de crecer sin él, a los tumbos, en distintos lugares.
Recuerdo que de muy pequeñita enloquecía de alegría cuando él volvía del trabajo y tocaba el timbre de la bicicleta anunciando su llegada, escaleras arriba.
Renació de las cenizas hasta que pudo. Ahora yo salgo de sus cenizas e intento desplegar algunas plumas de colores, para renacer en él, en todo lo que doy, por la felicidad que nos debemos.
A su muerte, vendieron todo: los cacharros, los muebles viejos, los libros usados - los míos y los de él- , incluso su bicicleta plateada, de ruedas finas, - de carrera, me explicaba ..
Había que pagar el velorio, que "salió carísimo", según decía su cuñado que lo enterró con sumo placer con desprecio,y con la complicidad activa de la hermana de papá, que aprovechó para destilar otro poco de saña hacia mí.
En una semana la casa fue desmantelada, y me mandaron a vivir a una zona de villa en Moreno, bien al fondo. Por ese año 1977, en un tiempo en que eran miles los que desaparecían , de alguna manera yo también fui parte de un plan de desaparición.
Luego renací de las cenizas, como siempre, pero papá, la casa y los libros ya no estaban y fue ardua la a tarea de construirme.
Para mi sorpresa, algo del despojo había quedado. A modo de culpa, a los dos años de su muerte, su hermana me hizo llegar el dinero que había quedado de la venta de mi bicicleta, esa que papá me había comprado con tanto sacrificio, pesito por pesito, durante meses y meses.
Nadie me preguntó si quería la bicicleta: me mandaron la plata, y eso era lo único que me quedaba de mi padre: la bicicleta trocada en billetes. Con ese dinero me compré – instintivamente-las obras completas de Jorge Luis Borges. El clásico tomo verde, que aún me acompaña.
la bicicleta y los libros me unen a mi padre en una misma ruta....
Él era tan libre en bici como cuando leía .
Porque los libros también son rutas, recorridos y también recodos de este camino sin sentido que es a veces la vida.
Lo recuerdo –lo estoy viendo-, leyendo, ahora me doy cuenta, para superar las amarguras cotidianas. Luego de una jornada agotadora, volviendo solo a casa a la casa sola y triste, luego de atenderme, cocinarme y ayudarme a hacer los deberes, se ponía un rato para leer. y Ahí volvía ser él, ese muchacho alegre y vital que sólo conocí por fotos.
Los dos éramos por entonces aves que no encontraban su cielo en la tormenta de esos días, pero aún así nos ingeniábamos para volar, leyendo, entrando a otros mundos distintos al afuera.
En los últimos años que estuvimos juntos, recuerdo siempre su bicicleta en casa, quieta, estorbando el paso, como una huella del pasado que él ya no pudo recobrar. No había tiempo ni ocasión para usarla, nunca más se subió a su rodado.
Hoy, mi bicicleta se llama Ave Félix, como se llama también la Biblioteca que estoy creando en su honor.
Lo recuerdo abatido, añorando los años de libertad, del viento en la cara, de los días al aire libre, su vida en las carpas de Vialidad de la Provincia de Buenos Aires, haciendo caminos, cuando aún tenía fe en la vida. Luego, algunos dolores echaron raíces en él, y tuvo que quedarse anclado en un mismo lugar, tratrando de no apagarse.
(en Saladillo, Pcia. Bs. As. con sus compañeros
de Vialidad, en la puerta de la carpa. Mate en mano, es el 2º desde la izquierda)
(Tomando mate con sus compañeros de trabajo en Saladillo,
campamento de Vialidad de la Provincia de Bs. 1° izquierda, superior)
Para mantenerme y criarme, había puesto en Ciudadela, frente a mi colegio, un bolichito polirubro: kiosco, artículos de limpieza sueltos, librería. Barriletes de lo más fantasiosos y juegos de ingenio hechos por él hacían la maravilla de los chicos del barrio -creo recordar que lo querían mucho-, junto con las maquetas (de estaciones de servicio, de pistas de autos, de aeropuertos, etc) también creadas por sus manos. Y sobre todo, libros usados.
A ese lugar le puso "Kon Tiki", nombre que aludía la expedición de unos aventureros que cruzaron el Pacífico en una balsa como la que usaban los primitivos habitantes de Latinoamérica.

la balsa Kon Tiki...Si quieres saber más:
El los admiraba, desde ya, porque viajaban y eran libres como lo había sido él, que ahora añoraba todo eso.
(acá cuando trabajaba de mozo
en un bar de Ramos Mejía)

Este proyecto se lo dedico a él, a Félix, el Ñato o Cacho, para que sepa que nadie volverá a vender nuestras cosas, que no nos desmantelarán nuestra casa, otra vez, ni me arrojarán a los rincones nuevamente, a ningún suburbio de la vida.

La biblioteca llevará un nombre que te nombra:
ave félix.
Estoy un poco sola como siempre,
pero no te preocupes papá, no temas por mí.
Los libros me cuidan.


Círculo Amigos Todoar


1 Comments:

Blogger Roberto Iza Valdés said...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

9:52 p. m.  

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